Colombia y el libre comercio

07.05.2012 12:48
Carlos Ospina, Organización Colombiana de Estudiantes -OCE- Universidad Externado de Colombia
El mundo está en crisis y no tiende a mejorar. La economía global, ordenada bajo una forma capitalista, colapsó en el 2008 y las cifras, en vez de mostrar mejora alguna, demuestran la profundidad del problema. Hay un claro colapso del sistema económico mundial.
No hay recuperación en la tasa de ganancia de Estados Unidos; el endeudamiento en este país, en Europa y en Japón,  llega a niveles desproporcionados; el desempleo crece sin parar (así como los indignados); hay sobreproducción (poco más de la mitad de los vehículos producidos en el mundo no son consumidos); y no se pronostica crecimiento por ningún lado[1].
Los países industrializados en crisis deben buscar mercados donde colocar sus productos y territorios en donde los costos laborales sean menores. Los Tratados de Libre Comercio son una estrategia para superar tales desventuras económicas, hacerse a nuevos mercados, conseguir la fuerza laboral y, tal vez, recuperar su senda de crecimiento.
Los TLC que ha firmado con Europa y Estados Unidos y el que se pretende firmar con Corea del Sur, dejan en claro el papel que juega Colombia en toda esta maraña económica mundial; papel obtenido al principio del siglo XX con la pérdida de Panamá y profundizado con la apertura económica de los gobiernos de Barco y Gaviria en la década del 90 (Consenso de Washington). La entrada en vigencia de estos tratados beneficia a los países industriales a costa de la ruina de la poca industria que aún queda en Colombia y de los productos agropecuarios. Estudios del DNP, del Banco de la República y del BID demuestran que Colombia duplicará sus importaciones con respecto a sus exportaciones. Claro, mientras Colombia reduce sus aranceles del 14% al 0%, Estados Unidos lo hace desde el 2,7% (no es un intercambio en condiciones de igualdad como debería serlo) y esto sin contar que los norteamericanos gastarán 50 mil millones de dólares anualmente en subsidios al agro, antes del TLC eran 70 mil millones (ni Agro Ingreso Seguro bien distribuido habría hecho competitivo al agro colombiano). Colombia perderá en maíz, arroz, fríjol, soya, palma africana, pollo, cerdo y carne de res según el economista Luis Jorge Garay.
La producción minero energética, la agro industria con sus grandes plantaciones y los servicios, son los sectores que determina el libre comercio para el país (las denominadas locomotoras de Santos), sectores sin ningún valor agregado que alejan a Colombia de cualquier posibilidad de progreso industrial y agropecuario.  
Este libre comercio, que de libre no tiene sino el nombre, conduce a Colombia hacia la progresiva pérdida de su soberanía económica, implicando así la incapacidad de tomar sus propias decisiones con respecto a su avance y desarrollo. Las decisiones son tomadas por algunos que separan su suerte de la suerte del país y se enriquecen a costa del atraso y la pobreza de las mayorías. No en vano es el tercer país más desigual del mundo, detrás de Haití y Angola y más de la mitad de su población está en la pobreza.    
La resistencia civil, es decir, el estudio riguroso de estos temas, la organización de los distintos sectores de la sociedad y su movilización democrática, se hace indispensable para derrotar estas políticas que destruyen la soberanía y la democracia colombianas.   



[1] Suárez, Aurelio. Una mirada a la crisis económica mundial. Enero 17 de 2012

Escrito por Noticias de la Oposicion on lunes, 7 de mayo de 2012